Cómo sobrellevar la perspectiva de trabajar en verano

Las nuevas tecnologías han dado lugar a formas diferentes de trabajo, de ahí, en parte, el aumento de personas que trabajan desde su propio domicilio. La crisis, por otro lado, ha movido mucho los horarios. ¿Cómo se sienten aquellos que trabajan mientras los demás descansan? ¿Tiene algún lado bueno no disfrutar de vacaciones al mismo tiempo que los demás? Pues dependerá en gran medida de la capacidad que se tenga para distribuir la energía psíquica en las actividades que se realizan y para aceptar los límites que la realidad externa nos impone.
Desde el comienzo de la crisis económica, el trabajo se valora más. Además de como un derecho, se vive también como una suerte, lo que conlleva a aceptar renuncias que antes ni se nos pasaban por la cabeza. No obstante, hay personas que, frente a la posibilidad de perder las vacaciones, sufren estrés, depresión o falta de concentración en lo que hacen, ya que desearían estar en otro lugar.
Trabajar mientras la mayoría descansa puede considerarse una situación especial, aunque cada vez sea más frecuente. Enfrentarse a ella depende de nuestras características subjetivas. Hay personas que pueden sacar el lado bueno de lo que les toca vivir, mientras que otras solo pueden leer lo que les sucede en clave de queja, recogiendo en su discurso lo que les falta. No disfrutan de lo que tienen ni rescatan aquello que puede hacerles sentirse bien.
Estas personas dependen demasiado de un ideal exigente al que nunca consiguen acceder, por lo que se castigan al suponer que les ocurre todo lo peor. Sostienen una fantasía sobre los demás adjudicándoles todo lo bueno y creen que a ellas les cuesta más lograr lo que quieren. Tienen dificultades para aceptar sus límites y los de los otros y solo comparándose con ellos se encuentran a sí mismas. Pero en esa comparación salen perdiendo.
Otros individuos aceptan sus límites y los ajenos con más acierto, no creen que ni ellos ni los demás puedan tener siempre lo que desean. Poseen una valoración de sí mismos menos exigente y no se castigan por lo que no tienen. Al contrario, eligen sacar el mejor partido a lo que hay, porque pueden valorarlo. Además, han resuelto esa exigencia infantil según la cual han de poseer al instante lo que desean.
Trabajar en verano es una imposición, pero vivirlo mejor depende de uno mismo.
Las claves
Si no disfrutamos del descanso cuando lo hacen los demás, lo más probable es que no tengamos otra opción. Lo conveniente es ir a favor de nosotros mismos y sacar el mejor partido de la situación.
Manejar las exigencias externas ya es bastante como para aumentarlas con un sentimiento interno de desvalorización. Conviene pensar en que nos debemos una recompensa. También debemos procurar reunir unos pocos días, un fin de semana, para descansar.